Veinticinco siglos antes de
nuestra era, en la antigua y milenaria China se practicaba un juego violento
que servía para el eficaz entrenamiento de las tropas. Esto consistía en
impulsar una pelota de cuero crudo, relleno de crines hasta la meta rival para
conseguir el éxito. Con el tiempo esto se convirtió en un espectáculo.
A lo largo de toda la historia
la pelota fue cambiando su estructura. Los griegos inventaron una que consistía
en una vejiga de cerdo que se inflaba con aire por medio de un largo tubo.
En el siglo VIII, la pelota
tomo una forma similar a la que hoy conocemos. Era un balón inflado recubierto
de pellejo cosido y ajustado.
En todas las culturas,
todos los continentes y todos los tiempos, la pelota estuvo relacionada con las
expresiones lúdicas. Pero solo a mediados del siglo XIX su cierre se hizo
hermético para contener el aire en el interior. Esta precaria pelota era
inflada a pulmón, su forma era elíptica y se utilizaba tanto para el rugby como
para el fútbol. En 1870, con la industrialización, surgió la esfera de goma que
sustituyo a la vejiga de chancho. Hubo que esperar una década para que un
artesano de Yorkshire, Inglaterra, creara la pelota de cuero dividida en gajos,
cosida a mano y con el famoso tiento, por el cual se inflaba.
En Belle Ville, Córdoba,
Argentina, en 1931, Luis Polo, Antonio Tosolini y Juan Valbonesi idearon la
pelota de fútbol sin tiento: el secreto consistía en una cámara dotada de una
válvula que impedía el escape de aire une vez inflada mediante un pico. El 9 de
septiembre de 1936 se utilizo por primera vez en un partido de la AFA. Se llamo
la Superball.
Por aquellos años en Europa
solo se estaba preparando la pelota de plástico. El 26 de enero de 1953 la
comisión de referees de la FIFA resolvió realizar ensayos con un balón de
material de plástico.
Con el tiempo y a pesar de
todas las modificaciones, la pelota argentina, fue la que supo perdurar en el
Fútbol.
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